martes, junio 23, 2009

La irreverente juventud

Por definición, juventud es aquella edad entre la infancia y la edad adulta. Implícitamente reconoce "energía, vigor, frescura" (RAE). Luego, podemos estar de acuerdo que los jóvenes ante los adultos somos como Chile ante Europa, uno emergente frente a uno desarrollado (y no me refiero a lo económico).

Ser joven implica un arrojo e irreverencia por lo establecido, al considerar que se deben efectuar cambios importantes al corto plazo, es decir, ser impaciente. Esto nos permite entender cómo la gran mayoría de las revoluciones -de todo tipo- estaban comandadas o integradas en gran parte por jóvenes, lo que es natural dado: a)la energía que poseen, y/o b)que son fácilmente cautivables por líderes carismáticos. Muchas veces las "banderas de lucha" son ajenas, como el Che peleando en Cuba o Angola.

Así como se han logrado cambios extremadamente positivos, e.g. Un Techo Para Chile, han habido casos nefastos, como el clima de beligerancia en los '70 en nuestro país. Uno podría categorizar los sucesos de forma rigurosa para lograr diferenciarlos, pero parece al menos intuitivo que los cambios positivos, duraderos y asimilados por la población como tales, son aquellos que lograron un consenso previo y no posterior.

Que algunos alumnos, e.g. Instituto Nacional, INBA, Derecho U. Chile, etc, pretendan poseer la verdad absoluta y exclusiva, casi como por revelación divina, y estén dispuestos a imponerla a los demás de forma violenta o bajo coacción merece la condena más potente de parte de toda la sociedad. No se debe sólo a rechazar el totalitarismo que implica imponer los deseos/convicciones de una minoría sobre una mayoría, sino que también a cuestionar la preparación de estos aprendices de revolucionario. ¿Es lógico que un estudiante que ni siquiera ha concluido su educación media diga como debe ser esta para todo el país? ¿Es lógico que jóvenes cuya vida cívica recién comienza intenten imponer un modelo político, económico y social?

De las pocas cosas que puedo reconocerle a los miembros de la Concertación es haber abandonado su intolerancia extrema y la violencia que estaban dispuestos a ejercer sobre la sociedad. Algunos incluson justifican sus acciones pretéritas con "éramos jóvenes y embriagados de pasión", como si eso signifique ser estúpido y/o terrorista.

Ojalá este país decida nunca más tolerar que grupos de presión (o revolución) intenten imponer su "verdad" sobre la sociedad que buscar vivir en armonía en un país próspero. Ojalá los jóvenes podamos entender y capturar algo de la sabiduría de los mayores, cuyas experiencias permiten evitar algunas de las equivocaciones pasadas (digo algunas porque ya sabemos todos que el hombre es el único animal que no aprende de la experiencia). Ojalá entendamos todos que los medios pacíficos, democráticos y legales son los únicos legítimos para imponer cambios, por mucho que nos cueste tolerar la lentitud. Pensar de otra forma sería evaluar positivamente el inmenso desarrollo económico chino versus el costo de la libertad de 1500 millones de personas.

2 comentarios:

GLM dijo...

Columna coincidente de Olga Feliú (consejera del Colegio de Abogados) publicada el martes en el Diario Financiero.
http://www.df.cl/dfs/columnistas/olga_feliu.html

Andy A. Frias N. dijo...

me parecio muy bien el comienzo de tu escrito, solo que no comparto algunas cosas. te invito a ver mi blog www.juventudirreverente.blogspot.com